Un año después de que un terremoto de 9 grados Richter seguido de un devastador tsunami sacudiera el noreste de Japón el 11 de marzo, la zona se encuentra en plena reconstrucción pero las consecuencias de usar energía nuclear nos seguirán pasando la factura por muchas generaciones.
Debemos empezar a cambiar nuestro estilo de vida, el ahorro en el consumo, en la energía y la apuesta decidida por todas las energías renovables y limpias, sean una alternativa eficaz y una industria prioritaria en el mundo.
El argumento de los que están a favor de hecho que muchos sesgados a grandes poderes económicos y que sólo miran como llevarse mas dinero a sus arcas, es que es barata y limpia. Aunque así fuera, la vida vale más que el dinero. ¿Cuenta vale el miedo a vivir contaminados?.
Cuantos mas esperan
Cerca de 500 reactores nucleares están operando en el mundo. Muchos ya deberían de estar inactivos, si queremos presumir de esa hipócrita seguridad. El coste económico, si deciden reemplazarlos por otros, va a ser muy grande. ¿Por qué no lo invertimos en el perfeccionamiento de energías que no nos puedan destruir?
Chernóbil
El 26 de abril de 1986 la central Chernóbil (Ucrania) sufrió el accidente más grave de la historia de la industria nuclear. a tres años de su construcción, con cuatro reactores BRMK de 1000 MW de potencia cada uno. Chernobil era un ejemplo de seguridad, aunque después, interesadamente, se dijera lo contrario. B. Semonov, director del Departamento de Seguridad de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), escribió en el Boletín de la OIEA en junio de 1983 que “un accidente serio con pérdida de refrigerante es prácticamente imposible en las centrales del tipo BRMK”. Como siempre lo imposible ocurrió.
Las secuelas perduran hasta hoy mayoritariamente las víctimas actuales son adolescentes, niños y niñas de las zonas afectadas por la explosión nuclear que han nacido después de que ésta ocurrió. Desde marzo de 1990 Cuba lleva a cabo un programa humanitario, médico y de rehabilitación, para mejorar la supervivencia y calidad de vida de estas víctimas.
Fukushima (Una guerra nuclear sin guerra)
(Imagen La propagación de la radiación. 03 2011)El accidente de Fukushima demuestra una vez más que por más segura que sean las centrales nucleares no son el camino a seguir en lo que a fuentes de energía se refiere.
En Fukushima las medidas de seguridad funcionaron bien e incluso las medidas de respaldo también en un primer momento. Los problemas fueron ocasionados porque las medidas han ido siendo superadas por las circunstancias para las que fueron implantadas.
Cuando toca establecer qué medidas de seguridad, lo habitual es hacer un análisis de riesgos y plantear qué vamos a proteger y para qué escenarios de contingencia. Por tanto, hay un diseño que establece unas decisiones respecto a riesgos considerados y no no considerados. Entonces cuando los problemas son ocasionados por ese grupo de riesgos que decides no considerar o decides no tratar, ¿Falla la seguridad o falla "el diseño de la seguridad? Porque creo que no es lo mismo aunque los resultados son igual de catastróficos. Entonces surgen preguntas como: ¿Por qué se construyó una central junto al mar en una zona de riesgo de tsunamis?.
Nuclear Nunca fue el camino
Es conveniente hacer algunas reflexiones al respecto, especialmente cuando nos proponen que esta forma de obtener electricidad es una alternativa de futuro.
1) La energía nuclear no es limpia:
Genera, entre otros, residuos radiactivos de alta actividad. El problema de estos residuos no es que generen isótopos que pueden afectar a la salud humana. Lo grave es que no sabemos gestionarlos. No tenemos capacidad para evitar que sigan siendo radiactivos cientos de años. A demás no está exenta de emisiones de gases de efecto invernadero. Tanto el combustible como los residuos requieren transportes de largo recorrido, con sus consumo de combustibles fósiles y emisiones de gases de efecto invernadero. Por cierto que el vapor de agua que sale de los refrigeradores es el gas con más potencial de calentamiento global.
2) La energía nuclear es cara.
El conste de construcción y mantenimiento de las centrales no es barato. La instalación se hace más rentable cuanto más se alarga la vida útil de la central. Lo que implica costes en forma de riesgos, que asumimos entre todos los habitantes del plantea, y que pueden llegar a suponer daños por un valor cercano a lo ilimitado.
3) La energía nuclear no es segura.
Sí, existen importantes medidas de prevención. Pero el riesgo no se puede eliminar totalmente. Sobre el papel, las instalaciones nucleares se diseñan para escenarios complejos. Pero mientras que el papel lo aguanta todo, la naturaleza nunca dejará de sorprendernos. Desde fallos en la operación a manifestaciones geológicas extremas, tenemos varios ejemplos que demuestran que el accidente nuclear no es ciencia ficción. Y una vez que ocurre no hay forma de controlar la dispersión de isótopos radiactivos. Se pueden minimizar los daños, pero no sabemos a quién le va a tocar una dosis que afectará fatalmente a su salud. Por vía atmosférica, a través del pescado de la dieta o en la leche de las vacas que pastaron en un suelo que acumuló isótopos décadas atrás.
4) No es sostenible (No sabemos aun que hacer con lo residuos nucleares)
La sostenibilidad es garantizar a las generaciones presentes la satisfacción de sus necesidades sin comprometer la posibilidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas. Con cada accidente nuclear comprometemos el futuro de una región. Pero, si todo funcionase sin problemas, seguimos sin saber qué hacer con los residuos. Almacenamos el material radiactivo para que, durante cientos de años, pierda, poco a poco, su actividad nuclear. Lo único que sabemos hacer con los residuos nucleares es dejárselos a las generaciones futuras, dentro de infraestructuras que no aguantarán toda la vida radiactiva del material que contienen. O enterrarlos en estructuras cuya seguridad a largo plazo sólo podemos garantizar dentro de los límites del cálculo estadístico.
Es momento de revisar el modelo energético. El calentamiento global y los gases de efecto invernadero son los temas. El miedo al desempleo marca la vida de cada individuo. Pero existen alternativas que pueden ayudar a matar dos pájaros de un tiro: con sistemas de autosuficiencia energética y generación distribuida podríamos reducir la factura energética y contribuir a un modelo más sostenible, bajo en emisiones de gases de efecto invernadero y sin residuos radiactivos.
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