Hace ya cuatro décadas que se celebra el Día de la Tierra ('Earth Day') y no se puede decir que los años no pasen por nuestro planeta.
Los ecologistas aprovecharán la jornada para reclamar a los políticos mayor ambición para proteger la Tierra y lograr un acuerdo sobre el clima.
'Es el momento de dar un giro, vivir sin exceder la capacidad de nuestro planeta y usar los recursos de forma sostenible'
Consideran que el fracaso de Cumbre del Clima de Copenhague, celebrada el pasado mes de diciembre, no debe servir de excusa para intentar lograr un compromiso. Las organizaciones ecologistas instan a los ciudadanos a participar en los actos que se celebrarán en todo el mundo.
La iniciativa nació en EEUU
El 22 de abril de 1970, 22 millones de personas se unieron en EEUU para denunciar la fragilidad de la Tierra y pedir al gobierno que se implicara en su protección.
La movilización, que fue bautizada como el Día de la Tierra, fue cobrando fuerza y ganando adeptos con el tiempo. La iniciativa es considerada como el origen del movimiento ecologista y sirvió para que el Gobierno estadounidense crease la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y promulgara el 'Clean Air Act'.
Dos años después se celebró la primera cumbre mundial sobre medio ambiente: la Conferencia de Estocolmo, que sirvió para sensibilizar a los gobiernos y a la sociedad civil sobre la magnitud de los problemas que afectan al medio ambiente.
En 1990, el Día de la Tierra se celebraba ya en 140 países y contaba con más de 200 millones de participantes.
Al igual que en la primera celebración, dos años después tuvo lugar una nueva cumbre mundial: la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Río de Janeiro de 1992, que fue la mayor conferencia celebrada hasta el momento por su número de participantes y la asistencia de jefes de gobierno.
Nuestro planeta se enfrenta a desafíos cada vez más grandes.
Nuestros bosques más antiguos están siendo talados, los océanos son imprudentemente contaminados y sus aguas saqueadas con la sobrepesca que crece a ritmo vertiginoso.
La caza de ballenas, la contaminación producida por los tóxicos, el desenfrenado uso del carbón y la energía nuclear, sumado a los alimentos manipulados genéticamente, ponen en peligro la calidad e incluso la sostenibilidad de la vida en el planeta.
El cambio climático avanza mientras que los gobiernos y las industrias gastan tiempo y recursos para aumentar sus beneficios económicos en lugar de producir los cambios necesarios para frenar las emisiones de carbono.
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